Esta pulsera inteligente puede decirle a tu jefe si estás contento (o no)

El usuario de la pulsera presiona el botón amarillo si está contento y el azul si no lo está.
El usuario presiona el botón amarillo si está contento y el azul si no lo está.
MOODBEAM
El usuario de la pulsera presiona el botón amarillo si está contento y el azul si no lo está.

Si no lo miras muy detenidamente, este wearable podría ser hasta una pulsera de silicona de festival -de esas que llevábamos antes, en aquellos otros tiempos-. Pero es mucho más: se trata de una tecnología portátil llamada Moodbeam y, a diferencia de la mayoría de las bands tecnológicas que hay en el mercado, no medirá tus pulsaciones ni controlará tu sueño.

El objetivo de este gadget es permitir a tu jefe conocer tu estado emocional. El dispositivo, que se vincula a una aplicación del teléfono móvil -que también está disponible en plataforma web-, tiene un botón amarillo y otro azul. La mecánica, por tanto, es muy sencilla: el empleado simplemente tendrá que presionar el amarillo si se sientes feliz y el azul si está triste.

El dispositivo se lanzó comercialmente en 2016. A Christina Colmer McHugh, cofundadora de Moodbeam, se le ocurrió la idea del producto después de descubrir que su hija estaba teniendo problemas en la escuela. La empresaria quería tener una forma de que su hija le hiciera saber cómo se sentía.

La idea de aplicarlo al entorno laboral surgió, como casi todo últimamente, con la crisis sanitaria y el teletrabajo, como una forma de poder monitorizar el bienestar de los empleados, algo más complicado de controlar si trabajan de forma remota.

Si el personal utiliza el gadget, los jefes pueden ver un panel online cómo se sienten. “Las empresas están tratando de mantenerse en contacto con el personal que trabaja desde casa. [Con este dispositivo] pueden preguntar a 500 miembros: '¿Estás bien?' sin levantar el teléfono”, afirma Colmer McHugh.

No son pocos los estudios que indican que el teletrabajo puede tener importantes efectos nocivos para la salud mental: puede aumentar o generar una percepción de aislamiento o soledad, lo que puede traducirse en un estado de ánimo más bajo, más probabilidades de sufrir ansiedad, crispación y decaimiento, dicen los expertos.

Vivir una crisis sanitaria mundial no ayuda. En tiempos prepandémicos, la depresión y la ansiedad ya costaban a la economía mundial 1 billón de dólares por año en productividad perdida según la OMS. La situación actual, claro, el problema se ha incrementado.

En nuestro país, las consultas relacionadas con trastornos de ansiedad incrementaron un 136% en los meses de abril y mayo del año pasado, según el Sistema de Emergencias Médicas.

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